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viernes, 24 de enero de 2014

Ilusión por el trabajo

      
La ilusión es una alegría anticipada de algo que no se tiene, pero que se espera poseer. Es gratificante ver a esos hombres y mujeres que, de forma habitual, encuentran diariamente motivos para ilusionarse, para hacer de cada jornada laboral un dia festivo. Son las personas de temperamento alegre, y parte de esa alegría les viene de su capacidad de ilusionarse por cualquier cosa.....

       El arte de vivir es haber encontrado la ilusión en cada espera, en lo siguiente, en lo que va a venir,  o en lo inesperado visto en positivo. Hace falta energía, grandeza de ánimo, y firmeza de espíritu para hacer de la vida algo más que un producto a granel envuelto en papel de periódico. No siempre lo conseguiremos, pero pienso que debemos apostar por una vida fecundada por la ilusión: ¡hay que intentarlo!, por ejemplo en el trabajo.
       Trabajo puede casarse bien con términos como obligación, deber, esfuerzo, cansancio; pero puede resultar forzado relacionarlo con la ilusión. Por fortuna, el binomio trabajo-ilusión puede conjugarse félizmente. Es más, la ilusión  puede encontrar en el trabajo el carburante que le haga mantenerse más tiempo presente en la vida del hombre. Hay trabajos que propician una actitud ilusionante frente a él, suelen ser las actividades calificadas de creativas, pero también cada uno puede poner algo de sí mismo para que el trabajo más monótono pueda resultar una realidad vivida con alegría.
       Todo trabajo debe tener algo de creativo y, en la medida que lo tenga, será más fácil que la ilusión tome cuerpo en él. La creatividad no estriba únicamente en la fabricación de objetos artísticos; la creatividad se manifiesta también en la forma de resolver los problemas, en la estratégia para abordarlos, en la búsqueda de otras alternativas, incluso el trabajo aparentemente más rutinario admite estos recursos creativos que dinamizan el trabajo y hace sentirse más realizada a la persona que los ejecuta. El asunto es afrontar, cada día, nuestra tarea con nuevos proyectos, con nuevas posibilidades,..., al menos, con una "pizca" más de buen humor.

Eduardo Martín del Olmo

Yo tengo un sueño


            I have a dream -Yo tengo un sueño. Muchos recordarán el discurso de Martin Luther King que tuvo esa cantilena. Corría el 1963 y el líder de color, encaramado en las escaleras del monumento a Lincoln, hablaba ilusionado e ilusionando sobre la igualdad de derechos de los de su raza con los restantes norteamericanos. Un sueño realizado sustancialmente, incluso hasta lograr uno de ellos la presidencia del país. Sin dormir, se colapsaría la vida. Sin soñar, se adormece la existencia.
            Yo también tengo un sueño: para nuestro país y para este mundo globalizado. Pero pienso más en España porque es lo inmediato y por algunas características propias.  Deseo  vivir en una nación libre, realmente libre. Hablo desde una instancia moral, no política, aunque ésta tenga mucho juego en la libertad. Para comenzar juzgando ese predio, casi se limita a votar cada cierto tiempo. Y elegimos generalmente al primero de una lista,  muy probablemente de otra circunscripción. Sueño con más participación ciudadana, con más sociedad.
            Es cierto que la libertad política incluye más asuntos, por ejemplo, la libertad de pensamiento y expresión, la religiosa, la de los padres a elegir el modelo de educación que desean para sus hijos, la sindical, etc., a una vivienda digna. Pero no acaban de ser cabales. Sueño con políticos, empresarios, sindicalistas, sociólogos, pensadores, curas, etc.,  que busquen la verdad y el bien de las gentes. Con un país sin paro soñamos todos, pero tal vez descuidamos la parte que honradamente corresponde a cada uno para conseguirlo.
            Sueño con una judicatura, una policía y un etcétera que desconozco   dedicados a lo suyo -seguro que la mayoría lo hace- en lugar de realizar un trabajo mediático injusto. Todo se filtra, dando lugar a indefensión, a calumnia, a difamación, a falta de seguridad jurídica, etc. Por ahí deseo continuar soñando porque vivimos con el sobresalto diario de noticias filtradas -lo llamamos periodismo de investigación- que, en no pocas ocasiones, originan daños a la sociedad, a personas o familias concretas. Sueño con unos medios de comunicación libres, respetuosos con la libertad ajena, veraces.
            Sueño con una libertad de expresión más igual porque mientras se toleran asuntos como los citados, es prácticamente imposible, por ejemplo, criticar la ideología de género salvo que se desee ser mártir, o de llamar violencia doméstica, machista o feminista, según los casos, a lo que, precisamente por esa ideología, hay que denominar violencia de género. Sueño con que se pueda hablar de castidad o de la belleza de llegar virgen al matrimonio sin ser perseguido por los insultadores de turno. Tendríamos una sociedad realmente abierta y menos hosca.
            Sueño con gobernantes dedicados al bien común en serio, en lugar de mirar al propio. Dijo Margaret Thatcher -no es la Biblia- que no era una política de consenso sino de convicción. Es matizable, pero  vale la pena mirar las propias convicciones y las de los votantes. ¿Existen ideas fuertes en esta sociedad del pensamiento débil y del relativismo?  Me parece irreal que la presencia de certidumbres engendre intolerancia. Más bien está siendo causa de fanatismo eso que se suele llamar el pensamiento dominante impregnado de género, relativismo, laicismo y juicio débil, porque, ¡ay de ti! si no admites tales "dogmas". Pero las convicciones evitan  la corrupción. Otro sueño. Y cada uno a opinar como quiera, pero evitando  imposiciones.
            Sueño  una sociedad desmarcada de lo política o socialmente correcto, capaz  de expresar lo que realmente piensa, si es que esa tarea no continua siendo una "funesta manía". La funesta manía de pensar viene evitada porque los medios de opinión son con harta frecuencia medios de adoctrinamiento, porque el sistema educativo no ayuda a la reflexión, porque la cultura de la imagen hace difícil la especulación... Ahora se especula jugando al fútbol o se está en estado de gracia metiendo goles. Se ha repetido  que los españoles somos demasiado improvisadores, pero  ni eso es posible porque todo  lo entregan digerido, hasta las hazañas del famoseo en programas mugres. que devastan la cultura.
            Sueño con una  libertad religiosa, no basada en la  ridiculización de la fe católica. Este aspecto positivo del libre albedrío es principalmente inmunidad de coacción  respecto a temas de conciencia y religión, siendo el orden público su único límite. En muchas ocasiones, la Iglesia Católica ha solicitado perdón por sus momentos oscuros. Sueño con que lo soliciten muchas más personas, otras religiones, partidos políticos totalitarios que hicieron purgas terribles, y sindicatos coligados. Sueño con partidos políticos, sindicatos y afines al gobierno que no tengan el llamado dinero público como propio y, sin ser los dueños, lo nieguen a los excluidos de sus circuitos.
            Sueño con que se pueda hablar de ley natural sin escándalo de intelectuales  a la moda, que saben muy bien que eso exige pensar en la existencia de Dios y en la dependencia del hombre respecto al Creador, vínculo que estimo como mejor garantía para  respectar la dignidad y libertad de la persona. Sí, persona mejor que ciudadano, porque dice más, porque apunta a lo más específico del ser humano individual. Persona habla de intimidad, creatividad, libertad, donación. Y por eso, de inviolabilidad.

Pablo Cabellos Llorente


Publicado en Las Provincias el 23.04,2013

Despertar


La pequeña se miraba las uñas y dudaba entre el rouge magnetic y el rouge  allure del juego de cosmética. Su hermano, dos años mayor, se impacientaba con la lentitud del Pentium IV para cargar el simulador de operaciones bursátiles. En la cocina la madre acunaba a una muñeca, mientras el padre hacía formar el séptimo de caballería bajo la cama.
Baltasar rodeó por los hombros al joven paje, que contemplaba las escenas con los ojos como platos.
-Lamento que hayas tenido que enterarte de este modo, -le dijo. A mí también me costó encajarlo: sí, los niños son los padres.

José Manuel Mora

Pensar compensa

Es tal la cantidad de mensajes que recibimos a diario, y con tal rapidez, que difícilmente hay tiempo para reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor y en nuestro interior. Lo grave es que, cuanto más aumentan los mensajes, más se consolida la ignorancia, porque la corriente continua de ideas trae consigo la sensación, pero no la realidad.

Noticias, conocimientos, estimaciones, modelos,... van acumulando en nosotros impresiones y, por no dedicar tiempo a pensar, lo que parece que nos acerca a la realidad, nos aleja. Convicciones que parecían sólidas acaban desvaneciéndose, y la inestabilidad en la conducta hace acto de presencia. Acabamos apartando la mirada de "la" verdad, para vivir de sensaciones: firmamos, de ese modo, el acta de defunción de una vida coherente.

 Pensar es necesario: nos va en ello la coherencia de vida. Entre los consejos que Ortega y Gasset dió a Julián Marías, hay uno que me parece especialmente práctico: "Acostumbrese a pensar todos los días un rato, aunque sean diez minutos. No leer, no tomar notas, sino pensar. Es fatigoso, pero ya verá que bíceps se le ponen". Y es que, pensar compensa: pensar es intentar dar con la verdad y conseguirlo. Y la verdad es entre los bienes del hombre, el mayor.

Eduardo Martín del Olmo