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viernes, 24 de enero de 2014

Pensar compensa

Es tal la cantidad de mensajes que recibimos a diario, y con tal rapidez, que difícilmente hay tiempo para reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor y en nuestro interior. Lo grave es que, cuanto más aumentan los mensajes, más se consolida la ignorancia, porque la corriente continua de ideas trae consigo la sensación, pero no la realidad.

Noticias, conocimientos, estimaciones, modelos,... van acumulando en nosotros impresiones y, por no dedicar tiempo a pensar, lo que parece que nos acerca a la realidad, nos aleja. Convicciones que parecían sólidas acaban desvaneciéndose, y la inestabilidad en la conducta hace acto de presencia. Acabamos apartando la mirada de "la" verdad, para vivir de sensaciones: firmamos, de ese modo, el acta de defunción de una vida coherente.

 Pensar es necesario: nos va en ello la coherencia de vida. Entre los consejos que Ortega y Gasset dió a Julián Marías, hay uno que me parece especialmente práctico: "Acostumbrese a pensar todos los días un rato, aunque sean diez minutos. No leer, no tomar notas, sino pensar. Es fatigoso, pero ya verá que bíceps se le ponen". Y es que, pensar compensa: pensar es intentar dar con la verdad y conseguirlo. Y la verdad es entre los bienes del hombre, el mayor.

Eduardo Martín del Olmo

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