La
pequeña se miraba las uñas y dudaba entre el rouge magnetic y el rouge allure del juego de cosmética. Su hermano,
dos años mayor, se impacientaba con la lentitud del Pentium IV para cargar el
simulador de operaciones bursátiles. En la cocina la madre acunaba a una
muñeca, mientras el padre hacía formar el séptimo de caballería bajo la cama.
Baltasar
rodeó por los hombros al joven paje, que contemplaba las escenas con los ojos
como platos.
-Lamento
que hayas tenido que enterarte de este modo, -le dijo. A mí también me costó
encajarlo: sí, los niños son los padres.
José Manuel Mora
José Manuel Mora
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