Adiós a un hombre bueno que ejerció de orientador familiar y fue
impulsor y primer presidente del Foro de la Familia de la Región de Murcia
Publicado en el diario La Opinión el VIERNES, 13 DE MAYO, 2016
Pretender
aplaudir con palabras la trayectoria vital de alguien tan querido como Pedro Balibrea es mucho
más que un reconocimiento o entusiasmo desbordado de la emoción, apenas
contenida por su reciente fallecimiento. La ovación, lejos de ser un aplauso
ruidoso, se deletrea así con la elocuencia del silencio que interioriza el
recuerdo como vivencia que palpita eternamente. El hilo conductor tiene un nombre:
FAMILIA. Sí, con mayúsculas. Orientador familiar, impulsor y primer presidente del Foro de la Familia de la Región
de Murcia… y un largo etcétera que traspasó fronteras haciendo sencilla,
sincera y alegre la aventura del querer. Conocí a Pedro y a su mujer cuando mis
hijos iniciaron sus andanzas escolares. Han sido muchos años de encuentros de
amistad que han dejado una huella imborrable. A modo de flash-back vienen a
nuestra memoria tantos recuerdos que casi se atropellan unos a otros por
sobresalir: charlas magistrales, consejos oportunos y acertados, impulso para
sacar lo mejor de nosotros mismos. Su fortaleza y capacidad de trabajo, su
tesón imbatible que combinaba con un excelente sentido del humor. Emprendedor
infatigable con grandes dotes de mando. Cada cual guarda para sí esos momentos entrañables
imposibles de olvidar junto a otras tantas anécdotas divertidas al confluir las
distintas y no tan distantes situaciones de la vida. Algo así como en familia y
esa es la huella imborrable que nos ha dejado. ‘Por sus obras los conoceréis’… Familia,
compañeros, amigos… y un sinfín de agradecimientos a un hombre bueno siempre
pendiente de los demás que nos ha dejado con el testimonio coherente de su
vida. Una vida a tener en cuenta como espléndida falsilla para rotular la
nuestra con la claridad de la fe, la seguridad de la esperanza y la ternura del
amor. Los hombres buenos no se van del todo. Veo a Pedro en su mujer, sus hijos
y nietos, en toda su familia, en su obra, y tengo que dar gracias a Dios por
haberle conocido. La vida sigue saliendo a nuestro encuentro en el gran
escenario del Universo.
Se
abre y se cierra el telón en un instante de eternidad. Tristeza, alegría.
Emoción contenida. Agradecimiento y aplauso. Me imagino a Pedro con su voz
grave y su amplia sonrisa diciendo que no es para tanto, que está a nuestro
alcance, que es cuestión de intentarlo...
Kika Tomás Garrido
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