"Lo ordinario es lo más
común, lo regular, lo que sucede habitualmente. Así es y así discurre la mayor
parte del tiempo de nuestra vida, en ese rutinario monótono día a día, que a
veces hasta se nos hace mecánico y del que tantas veces sentimos la tentación
de huir y escapar. En cambio así de habitual, regular y común, es también la
acción de Dios. Porque es ahí donde Dios se te da y es de esa manera, tan común
y tan simple en sus formas, como Dios te va dando a conocer su voluntad. Una
llamada inesperado, un imprevisto, una conversación, el madrugón para ir al
trabajo, el atasco correspondiente o el autobús que se escapa, ese que se cuela
en la cola del cajero cuando más prisa tengo, son ocasiones preciosas para un
ofrecimiento o un momento de oración de gracias, un acto de fe en Dios, una
pequeña renuncia o mortificación. Tendemos naturalmente a buscar esa
irresistible fascinación de los espectacular y aparatoso, de lo extraordinario
y fuera de lo común, haciendo del milagro de la lotería casi un ideal. Nada más
ajeno al estilo del Evangelio. Piensa en que la encarnación es un Dios que se
hace carne de niño, que la redención se realiza en el aparente y estrepitoso trabajo de una cruz o que el gran
prodigio de la Eucaristía gravita sobre un poco de pan y un poco de vino. Tu
santidad será más real cuanto más crezca hundida y escondida como grano fecundo
en la tierra árida y dura de tu vida cotidiana. Ahí está llamado a impregnar
todas las cosas personas y circunstancias de una profunda visión de fe, capaz de
atisbar en todo y en todo ese susurro de cielo que es Dios presente en tu vida.
Descubre y renueva el valor de ese pequeño día a día de tu vida que resultará
tanto más extraordinario cuanto más sepas llenarlo de Dios". Son palabras
del Papa Francisco. Sencillas pero profundas. Quien se ponga a paladear su
contenido no puede resistirse a sentir un aldabonazo en su conciencia. Tendrá
que reconocer que no es tan difícil
aflorar ese susurro del cielo del que habla el Papa dentro de lo
ordinario del día a día.
Tendríamos
que prestar una atención especial a sus mensajes. Están llenos de paz, de
optimismo, de sonrisa interior y exterior, aunque reconozca que no es ésta en
que vivimos una sociedad de alegrías y denuncie severamente, alto y claro, sus
quiebras en todos los órdenes. Pero siempre lo hace con el optimismo que da la
gracia de Dios. Una vez le preguntaron, por qué a Su Santidad siempre lo vemos
sonreír: porque ser Papa es muy divertido, contestó. Está claro que el Papa está lleno de esa fe,
esperanza y amor, virtudes teologales, que en él desbordadas quiere comunicar y
compartir con todos. Es su tarea y la realiza con toda la alegría que le da su
cercanía a Cristo de quién es Vicario en la tierra y cumple fielmente con ella.
El
Papa Francisco es sin duda, como sus predecesores lo fueron, un fenómeno de
masas que con sus peculiaridades asombra al mundo. Aunque mediáticamente
-¡siempre el sensacionalismo mediático que vende mejor!- se le quiera presentar
en ocasiones como un "superstar"
relativista y complaciente que dice siempre lo que sus "fans" desean
oír. Su objetivo, argumentan, es pavimentar así más fácilmente caminos
previamente trazados, a veces harto dudosos. Nada más lejos de la realidad. Se
quiere, con intención o sin ella, malinterpretar el mensaje. Resulta, en estos
casos, esclarecedor y conveniente desbrozar
toda esa hojarasca multimedia que desde el primer día ha blindado el perfil
público y privado del Pontífice. Y ello muy a pesar del propio Vaticano, que en
demasiadas ocasiones tiene que salir oficialmente al paso para desmentir las
interesadas, torcidas o directamente falsas interpretaciones que a diario se
vocean sobre sus palabras y sus gestos. Es preciso entonces que brote y salga a
la luz el verdadero mensaje de Francisco, que creemos genuinamente evangélico, de
enorme frescura y poder de convicción a la hora de proponer las verdades de
siempre y providencialmente suscitado para los tiempos que ahora vivimos. Y
para ello se requiere un oído atento, suficientemente formado en el
discernimiento de la verdad de los dogmas, y sobre todo bien intencionado
porque el mensaje del Papa es siempre hondo, profundo aunque directo y
sencillo. Compruébenlo como muestra en la grandeza, sencilla grandeza, de la
cita del comienzo que aunque algo extensa merece su lectura.
El
próximo martes, 26 de marzo, en el Aula
de Las Claras de Cajamurcia, el profesor García Olmo, estudioso y buen
conocedor de la figura del Papa Francisco, ofrecerá una visión clara y objetiva
de su acción pastoral dirigida a todos los ámbitos de la vida social. El Grupo
de Estudios de Actualidad de Murcia que organiza el Acto, ofrece así a quienes quieran
conocer bien el mensaje del Papa Francisco, en su lenguaje y metalenguaje. Les
recomiendo su asistencia porque es sin duda el mensaje de un líder mundial
catalogado ya de "fenómeno social" por su continua doctrina que ha merecido
una expectación por el realismo actual de su contenido que a nadie que lo
conozca deja indiferente. No se lo
pierdan.
Antonio Montoro
No hay comentarios:
Publicar un comentario