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viernes, 14 de marzo de 2014

El valor del día a día de tu vida

"Lo ordinario es lo más común, lo regular, lo que sucede habitualmente. Así es y así discurre la mayor parte del tiempo de nuestra vida, en ese rutinario monótono día a día, que a veces hasta se nos hace mecánico y del que tantas veces sentimos la tentación de huir y escapar. En cambio así de habitual, regular y común, es también la acción de Dios. Porque es ahí donde Dios se te da y es de esa manera, tan común y tan simple en sus formas, como Dios te va dando a conocer su voluntad. Una llamada inesperado, un imprevisto, una conversación, el madrugón para ir al trabajo, el atasco correspondiente o el autobús que se escapa, ese que se cuela en la cola del cajero cuando más prisa tengo, son ocasiones preciosas para un ofrecimiento o un momento de oración de gracias, un acto de fe en Dios, una pequeña renuncia o mortificación. Tendemos naturalmente a buscar esa irresistible fascinación de los espectacular y aparatoso, de lo extraordinario y fuera de lo común, haciendo del milagro de la lotería casi un ideal. Nada más ajeno al estilo del Evangelio. Piensa en que la encarnación es un Dios que se hace carne de niño, que la redención se realiza en el aparente y  estrepitoso trabajo de una cruz o que el gran prodigio de la Eucaristía gravita sobre un poco de pan y un poco de vino. Tu santidad será más real cuanto más crezca hundida y escondida como grano fecundo en la tierra árida y dura de tu vida cotidiana. Ahí está llamado a impregnar todas las cosas personas y circunstancias de una profunda visión de fe, capaz de atisbar en todo y en todo ese susurro de cielo que es Dios presente en tu vida. Descubre y renueva el valor de ese pequeño día a día de tu vida que resultará tanto más extraordinario cuanto más sepas llenarlo de Dios". Son palabras del Papa Francisco. Sencillas pero profundas. Quien se ponga a paladear su contenido no puede resistirse a sentir un aldabonazo en su conciencia. Tendrá que reconocer que no es tan difícil  aflorar ese susurro del cielo del que habla el Papa dentro de lo ordinario del día a día.

               
Tendríamos que prestar una atención especial a sus mensajes. Están llenos de paz, de optimismo, de sonrisa interior y exterior, aunque reconozca que no es ésta en que vivimos una sociedad de alegrías y denuncie severamente, alto y claro, sus quiebras en todos los órdenes. Pero siempre lo hace con el optimismo que da la gracia de Dios. Una vez le preguntaron, por qué a Su Santidad siempre lo vemos sonreír: porque ser Papa es muy divertido, contestó.  Está claro que el Papa está lleno de esa fe, esperanza y amor, virtudes teologales, que en él desbordadas quiere comunicar y compartir con todos. Es su tarea y la realiza con toda la alegría que le da su cercanía a Cristo de quién es Vicario en la tierra y cumple fielmente con ella.
                El Papa Francisco es sin duda, como sus predecesores lo fueron, un fenómeno de masas que con sus peculiaridades asombra al mundo. Aunque mediáticamente -¡siempre el sensacionalismo mediático que vende mejor!- se le quiera presentar en ocasiones  como un "superstar" relativista y complaciente que dice siempre lo que sus "fans" desean oír. Su objetivo, argumentan, es pavimentar así más fácilmente caminos previamente trazados, a veces harto dudosos. Nada más lejos de la realidad. Se quiere, con intención o sin ella,  malinterpretar el mensaje. Resulta, en estos casos,  esclarecedor y conveniente desbrozar toda esa hojarasca multimedia que desde el primer día ha blindado el perfil público y privado del Pontífice. Y ello muy a pesar del propio Vaticano, que en demasiadas ocasiones tiene que salir oficialmente al paso para desmentir las interesadas, torcidas o directamente falsas interpretaciones que a diario se vocean sobre sus palabras y sus gestos. Es preciso entonces que brote y salga a la luz el verdadero mensaje de Francisco, que creemos genuinamente evangélico, de enorme frescura y poder de convicción a la hora de proponer las verdades de siempre y providencialmente suscitado para los tiempos que ahora vivimos. Y para ello se requiere un oído atento, suficientemente formado en el discernimiento de la verdad de los dogmas, y sobre todo bien intencionado porque el mensaje del Papa es siempre hondo, profundo aunque directo y sencillo. Compruébenlo como muestra en la grandeza, sencilla grandeza, de la cita del comienzo que aunque algo extensa merece su lectura.  
                El próximo  martes, 26 de marzo, en el Aula de Las Claras de Cajamurcia, el profesor García Olmo, estudioso y buen conocedor de la figura del Papa Francisco, ofrecerá una visión clara y objetiva de su acción pastoral dirigida a todos los ámbitos de la vida social. El Grupo de Estudios de Actualidad de Murcia que organiza el Acto, ofrece así a quienes quieran conocer bien el mensaje del Papa Francisco, en su lenguaje y metalenguaje. Les recomiendo su asistencia porque es sin duda el mensaje de un líder mundial catalogado ya de "fenómeno social" por su continua doctrina que ha merecido una expectación por el realismo actual de su contenido que a nadie que lo conozca deja indiferente.  No se lo pierdan.

Antonio Montoro

   

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